Ko-ro-ba se encontraba en medio de verdes colinas, unos centenares de metros sobre la superficie del alejado Golfo de Tambor la subida larga, relativamente empinada hasta las cumbres de una serie de colinas, detrás de las cuales se encontraba Ko-ro-ba, una subida que era el tormento de todos los conductores de caravanas, portadores de cargas y demás viajeros. una acumulación única de delicados cilindros, que se alzaba graciosamente entre las verdes colinas. Un poeta antiguo, que había cantado las glorias de diversas ciudades de este mundo —tarea bastante poco común para una mente goreana—, había llamado a Ko-ro-ba “Las Torres de la Mañana o Amanecer” La palabra goreana Ko-ro-ba no es más que una expresión para mercado de pueblos en goreano arcaico.