Tyros, la perla del Thassa
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 Klima del Libro.

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Dalsay el Negociador

Dalsay el Negociador


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MensajeTema: Klima del Libro.   Klima del Libro. I_icon_minitimeJue Mar 04, 2010 12:20 am

KLIMA: a las minas de sal secretas de Klima, situadas en la profundidad del país de las dunas. Allí debería cavar hasta que la sal, el sol, y los jefes de esclavos acabaran conmigo. Ningún esclavo había vuelto jamás de esas minas secretas, según me habían dicho. En Klima no se permitía la posesión de kaiilas, y ello incluso se les prohibía a los guardianes. Las provisiones llegan gracias a las caravanas, que llegan en busca de sal, y se depende por completo de ellas. Aparte del propio pozo de Klima, no existe otro en un millar de pasangs a su alrededor. En Klima, el desierto es el muro. Un muro infranqueable. La ubicación de las minas de sal como las de Klima era un secreto que sólo conocían los agentes de las minas y los mercaderes. Así se quería preservar su riqueza. En Klima no se permitía la presencia de mujeres, para evitar que los hombres se mataran entre sí por ellas.

-—¿Estás seguro de entender lo que significa que te envíen a Klima? —me preguntó Ibn Saran—. ¿Estás seguro de entender lo que significa ser un esclavo de la sal?
—Creo que sí —le respondí.
—Muchos mueren en el camino a pie hacia Klima, a través del país de las dunas, encadenados —comentó.
Permanecí callado.
—Y si por casualidad tienes la suerte de llegar a las vecindades de Klima, debes envolverte con tiras de cuero los pies y las piernas hasta la altura de los tobillos —continuó diciendo Ibn Saran—, porque de otra manera tu piel desprotegida se vería hollada por millones de cristales de sal ardientes, que tardarían muy poco en quemarte la piel hasta los huesos.
Miré hacia otro lado.
—En los pozos —siguió diciendo—, deberás bombear agua de los depósitos subterráneos para lavar la sal, y luego deberás volver a bombear el agua. Muchos hombres no pueden soportar manejar esas bombas bajo el calor asfixiante, y mueren. Otros deben llenar los recipientes que cuelgan de sus perchas con el lodo que sale a la superficie, y luego deben llevarlos desde las minas a las tablas de secado. Otros deben recoger la sal e introducirla en cilindros. Es muy común —añadió sonriendo— que los hombres se maten unos a otros por conseguir trabajos menos duros.
Yo seguía sin mirarlo.
—Pero tú intentaste asesinar a nuestro noble Pachá Suleimán, y no se te encomendarán los trabajos más ligeros, eso te lo aseguro.
Estaba allí, sujeto a aquellas cadenas, y no podía hacer nada.
—En Klima —siguió diciendo—, la jornada de trabajo empieza cuando amanece, y sólo acaba cuando se pone el sol. En las piedras de ese lugar se pueden cocer los alimentos. La tierra es blanca, y la luz que reina permanentemente puede llegar a dejar ciegos a los hombres. En Klima no hay kaiilas. El desierto rodea a las minas, y no hay agua en él. Ningún esclavo ha logrado nunca escapar de allí. Uno de los aspectos más insoportables de ese lugar es que no pueden verse mujeres. Ya habrás notado que para cumplir la sentencia que contra ti se ha dictado, ninguna hembra ha entrado en esta celda desde que la ocupas. Eso sí, siempre puedes pensar en tu preciosa Vella.
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